sábado, 9 de abril de 2011

¿Por Qué Me Llamáis, Señor, Señor, Y No Hacéis Lo Que Yo Digo?

¿Por Qué Me Llamáis, Señor, Señor, Y No Hacéis Lo Que Yo Digo?
Lucas 6:46

La palabra “Señor” describe una posición de autoridad. Implica obediencia y servicio.
¿Qué diría su jefe si usted le llama ¡jefe, jefe! pero no oye sus instrucciones de trabajo? Es absurda esa situación.
En este texto se discute el asunto de cómo conocer a los falsos maestros.
En los versículos 43 al 45 hay énfasis sobre el fruto que llevan.
Del 46 al 49 se muestra el contraste entre lo que profesan y sus obras.

¿Por Qué Me Llamáis, Señor, Señor,…?

Es correcto llamarle "Señor, Señor" (Jn. 13:13)
Pero debemos aceptar lo que implica o demanda:
El señorío de Cristo demanda dedicación,
El señorío de Cristo demanda separación del mundo,
El señorío de Cristo demanda sacrificio personal de su tiempo, energía y dinero.
El señorío de Cristo demanda un envolvimiento personal en la obra de la iglesia.
Estas exigencias del señorío de Cristo incomodan y desagrada el oído de quienes creen que es sacrificio suficiente solo asistir a la adoración de cada domingo.
Jesús es Soberano, el Gobernador, el Maestro y Guía de nuestra vida.
El que no acepta lo que la palabra implica no debe decir, "Señor, Señor".

¿…Y No Hacéis Lo Que Yo Digo?

Jesús es Señor.
“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra y toda lengua confiese que Jesús es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Fil. 2:9-11).
Jesús es Señor. Nuestra responsabilidad es reconocer esta verdad y someternos a Su mandato, de lo contrario estaremos en rebelión.
Muchos grupos religiosos dan gran énfasis a la oración.
El problema es que solamente ellos hablan (en oración) a Dios.
Pero no dejan que Dios les hable a ellos a través de su palabra.
Los que no escuchan a Dios no serán escuchados por él.
Lamentablemente muchos religiosos no dan a la obediencia el mismo énfasis que dan a la oración.
Jesús da suma importancia a la obediencia.
Observemos con cuidado los siguientes textos:
Mateo 6:10, "hágase tu voluntad".
Mateo 7:21, "sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos".
Mateo 7:24, "Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace".
Mateo 12:50, "Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre".
Mateo 21:31, "¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?".
Lucas 6:46, "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?"
Véanse también (Jn. 7:17; Rom. 2:12, 13; Heb. 5:8, 9).
Gran parte de los religiosos no le dan a la obediencia la misma importancia que Jesús le da. Más bien buscan el camino ancho en la religión, doctrinas que agradan a los hombres.
Buscan su propia conveniencia.
La prueba principal del amor es la obediencia.
Si me amáis, guardad mis mandamientos. (Jn. 14:15).
"El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama". Jn. 14:21-24

Requisitos Del Servicio A Cristo

Como nuestro Señor no es un dictador severo que gobierna con un látigo exigiendo sumisión a sus siervos. Sino que nos trata como a amigos, como a hermanos.
Como Señor con autoridad absoluta nos da la libertad de someternos o revelarnos a su autoridad.
El nos ha dejado instrucciones escritas advirtiéndonos de los resultados tanto para los rebeldes como para los obedientes.
Reconociendo el amor de Dios y el señorío de Cristo nuestro deseo es someternos a servir aceptablemente a nuestro Señor.
Cada siervo es responsable de entender la voluntad del Señor correctamente “Por tanto, no seáis insensato, sino entendido de cual sea la voluntad del Señor” (Ef. 5:17).
Hay personas que tienen un entendimiento correcto de la voluntad de Dios.
Pero, no están comprometidas con esa verdad.
Saben lo que el Señor quiere que hagan, pero no están dispuestos ha hacer los sacrificios para cumplir la voluntad de Dios.
Fallan en dar un servicio aceptable al Señor. Conocen pero no hacen.
Fue a este tipo de persona que Jesús dijo: “no todo el que me dice Señor, Señor entrara en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos” (Mat.7:21-23).
Cuando se dedica a un conocimiento correcto de la voluntad de Dios y se une a un compromiso genuino de servir, el resultado será obediencia aceptable.

Conclusión:
Como cristianos necesitamos examinar nuestra relación con el Señor.
A la pregunta de Cristo ¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?
¿Qué respondemos?
La gente puede ignorar esta verdad y negarse a someterse a la Majestad de Cristo.
La gente puede servirle con un conocimiento incorrecto de su voluntad. El cristiano puede ofrecer servicio inútil e insincero.
Sin embargo, ninguna de estas cosas afectara el Señorío de Cristo Jesús.
Leer Filipenses 2: 9-11.